viernes, 7 de noviembre de 2008

tyrannosaurus

Tyrannosaurus
Rango fósil: Cretácico superior

Estado de conservación
Fósil
Clasificación científica
Reino: Animalia
Filo: Chordata
Clase: Archosauria
Superorden: Dinosauria
Orden: Saurischia
Suborden: Theropoda
Infraorden: Coelurosauria
Superfamilia: Tyrannosauroidea
Familia: Tyrannosauridae
Género: Tyrannosaurus
Osborn, 1905
Especie: T. rex
Nombre binomial
Tyrannosaurus rex
Osborn, 1905
Sinonimia

Manospondylus
Cope, 1892
Dynamosaurus
Osborn, 1905
Nanotyrannus?
Bakker, Williams & Currie, 1988
Stygivenator
Olshevsky, 1995
Dinotyrannus
Olshevsky, 1995

Tyrannosaurus (Τυραννó Σαῦροσ"jefe lagarto") es un género representado por una única especie de dinosaurio terópodo tiranosáurido, que vivió en el Cretácico superior (hace aproximadamente 68 y 65 millones de años, en el Mastrichtiano), en lo que es hoy Norteamérica.


Contenido

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Descripción [editar]

El tamaño del Tyrannosaurus rex comparado al de un humano.

El tiranosaurio medía aproximadamente 12 y 13 m de longitud y entre 5 y 6 m de altura, con un peso estimado de 4 y 8 t[1] .[2] El tiranosaurio poseía un gran cráneo de 1,53 m provisto de fenestras oculares y nasales. Su cráneo presenta un gran número de huesos fusionados, supliendo la movilidad por una estructura más maciza, cosa inusual en los terópodos, que por lo general tenían huesos ligeros. El cuello era grueso, musculoso y corto.

Brazo de tiranosaurio.

Cuando el tiranosaurio fue descubierto, no se hallaron las extremidades superiores. Para completar el esqueleto original, que fue montado para ser exhibido al público, Osborn sustituyó esa parte restante por los "brazos" con tres dedos de un alosaurio. Sin embargo, en 1914, Lawrence Lambe demostró que el tiranosaurio estaba estrechamente relacionado con el albertosaurio, por lo que le atribuyó 2 dedos en lugar de 3, conjetura que se confirmó en 1989, con el hallazgo de brazos, los cuales eran relativamente diminutos, de aproximadamente 1 m. Su función es desconocida. La ubicación de los músculos indica una gama restringida de movimiento, pero de gran fuerza. Algunos especialistas sostienen que se pudieron haber empleado para cazar[cita requerida]. Los paleontólogos creen que cada brazo era lo suficientemente fuerte como para levantar unos 150 kg[cita requerida], lo equivalente a dos humanos adultos. En las extremidades inferiores disponía de 3 uñas (más una vestigial). El tiranosaurio tenía una cola larga, rígida y puntiaguda que utilizaba como contrapeso para su enorme cabeza y para apoyarse al efectuar giros rápidos.

Una prueba fue el hallazgo de un coprolito con huesos semidigeridos de un edmontosaurio. Sus cavidades oculares estaban posicionadas de forma tal que los ojos apuntaban hacia adelante, dándole una visión binocular.

Mandibula de tiranosaurio.

Las grandes mandíbulas del tiranosaurio medían 1,4 m y estaban llenas de afilados dientes curvos de 20 cm. Estudios recientes de finales de 2007 y principios de 2008, sugieren que este dinosaurio tuvo la mordedura más poderosa de todos los depredadores, con una fuerza de presión de más de 4 toneladas.[3]

El tiranosaurio, al igual que todos los terópodos, era bípedo. Sus patas estaban dotadas de un tejido almohadillado. Este tejido también funcionaba como un resorte. Los huesos largos de las patas se fusionan entre sí para transferir las fuerzas mayores generadas por sus pisadas fuertes, por las piernas y hacia el resto del cuerpo.

La posible huella del T. rex en comparación con la mano humana.

Los estudios han demostrado que el tiranosaurio tenía unas patas bastante largas. Todavía existen desacuerdos sobre cuan rápido se desplazaba el tiranosaurio. Los cálculos oscilan entre una velocidad pausada de 18 km/h y una muy rápida de 72 km/h. Los científicos que consideran que el T. rex se movía rápidamente indican que sus patas eran semejantes a las de ornitomímidos tan veloces como el estrutiomimo. Un estudio reciente concluyó que el T. rex no tenía suficiente masa muscular en las piernas como para ser tan veloz, según dicho estudio su velocidad máxima oscilaba entre 35 y 45 km/h, más rápido que un corredor olímpico promedio.

Algunos científicos indican que los animales pesados tienen las patas ubicadas debajo del cuerpo como pilares, con huesos grandes para soportar el peso, lo que no les permite correr. Quizá el T. rex era lento. Sólo se ha descubierto una huella en México que podría ser de un T. rex y que mide casi 1 m de longitud. Si se encontrara toda la serie de las huellas se conocería mejor que tan rápido pudo andar. Los bípedos tienen mayor riesgo de caerse, si durante un arranque se tropiezan, y no pueden acomodar sus patas debajo del cuerpo. Estudios recientes sugieren que los adultos no eran animales especialmente veloces, aunque en una persecución podían dar zancadas de más de 4 m.

Las caídas eran muy peligrosas para el T. rex porque la cabeza recorría más de 3 m en el desplome, y los brazos no podían detener su caída. Los avestruces tienen un problema similar, pero el riesgo de caída de un avestruz o de otras aves corredoras es muchísimo menor que el que habría tenido un tiranosauro muchas si éste era depredador (si cazaba presas vivas). Si el T. rex se caía duramente podía lesionarse e incluso morir. Unos investigadores calcularon que si un T. rex de 6 toneladas corriera a una velocidad de 72 km/h y tropezara, golpearía el suelo con mucha fuerza y se deslizaría con tanta presión que no podría soportar el dolor de sus huesos y músculos rotos, lo que le causaría la muerte. Pero otro equipo de investigadores dio una propuesta más aceptable, trata de la posibilidad que el T. rex se mueva entre los 18 y 54 km/h, parecida a la velocidad máxima de un elefante africano. Si el T. rex se cayera a dicha velocidad, se lesionaría y quizás se rompería algunos huesos pero podría sobrevivir.

El cerebro del tiranosaurio era tan grande como el de un gorila y tenía aproximadamente un volumen de 1000 cm³, aunque la mayor parte del mismo estaba dedicado a su sentido del olfato, que, según se cree, pudo haber sido el más agudo de todos.

Crecimiento [editar]

Esqueleto fósil de Tyrannosaurus rex en el Museo Nacional de Historia Natural, Washington, DC.

El Tiranosaurus, crecía a un ritmo de 2,1 kilos diarios, lo que le permitía, en sus casi 30 años de vida, alcanzar las seis toneladas de peso, según revela un novedoso estudio realizado por la Universidad Estatal de Florida (Estados Unidos) y publicado en la última edición de la revista Nature.

El estudio, dirigido por los científicos Greg Erickson y Peter Makovicky, de la Universidad de Tallahassee (Florida), demuestra que ciertos dinosaurios crecían a un ritmo extremadamente rápido, lo que les permitía alcanzar un inmenso tamaño en poco tiempo. Sus autores han desarrollado un análisis completo del crecimiento de este dinosaurio, un carnívoro voraz que vivió hace 65 millones de años, y han concluido que este animal engordaba 2,1 kilos diarios durante su adolescencia.

Con este ritmo de crecimiento, el saurio alcanzaba su madurez ósea en dos décadas y podía vivir hasta 28 años. A partir de los 14 a 18 años de edad, el tiranosaurio -al igual que sus familiares como el albertosaurio, el gorgosaurio y el daspletosaurio- adquiría alrededor del 70% de su masa adulta, y pasaba de ser un lagarto carnívoro de una tonelada a convertirse en un dinosaurio devorador de huesos de seis tonedadas de peso, con pocos rivales en la cadena alimenticia el mundo prehistórico.

Ese ritmo de crecimiento puede compararse con el de los elefantes, aunque con la diferencia de que éstos llegan a vivir 70 años, mientras que los dinosaurios tan sólo alcanzaban los 30. "Sabemos que el 'Tiranosaurus Rex' vivía rápido y moría joven", indica el doctor Erickson en Nature. Erickson y Makovicky han basado su descubrimiento en el análisis de más de 60 huesos de 20 fósiles diferentes de la familia del Tiranosaurus. Entre los especímenes examinados por estos cienfíticos se encuentra la Tiranosaurus conocida por el nombre de Sue, cuyo esqueleto -el mayor y más completo hallado hasta ahora- se conserva en un 90% en el Museo Field de Chicago.

Hasta ahora se sabía que al igual que los árboles, cuyo crecimiento queda grabado en los anillos de su tronco, los principales huesos de los dinosaurios también poseen estas estrías, lo que permite determinar su crecimiento. Sin embargo, con el paso del tiempo estos huesos desarrollaban unas cavidades que dificultaban su lectura. El nuevo estudio se ha centrado en huesos de menor grosor, como las costillas, y se ha descubierto que con los años no cambiaban, sino que se mantienen en perfecto estado y conservan las líneas de crecimiento.

Plumas [editar]

Artículo principal: Dinosaurios emplumados

Dada la posición filogenética del tiranosaurio, se ha propuesto que pudo haber tenido plumas. Pequeños celurosaurianos (un grupo de dinosaurios estrechamente relacionados) de la Formación de Yixian en Liaoning, China, han sido descubiertos presentando plumas penáceas o con el antiguo pelaje de "protoplumas", que sugiere la posibilidad de que los tiranosáuridos también pudieron haber tenido plumas. En 2004, el primitivo tiranosauroide Dilong fue descubierto en la misma formación y mostró pruebas de largas plumas en la cola. Sin embargo, impresiones de la piel de tiranosaurios adultos de Alberta y Mongolia aparecen mostrando las escamas escaladas típicas de otros dinosaurios. Esto sería compatible con el tamaño de la criatura, como en 8 toneladas la dispersión de calor del tiranosaurio de sangre caliente en realidad habría sido impedida por una cubierta de plumas. Es posible que el T. rex presentara plumas o protoplumas en otras regiones del cuerpo pero, tal como ocurre con el pelo de los elefantes y rinocerontes modernos, en áreas reducidas.

Estrategias de alimentación [editar]

Un Allosaurus devorando carroña de un saurópodo.

La mayor parte del debate sobre el tiranosaurio se centra en su tipo de alimentación y locomoción. El experto paleontólogo Jack Horner afirma que el tiranosaurio era exclusivamente carroñero (practicando probablemente un cleptoparasitismo) y que no se involucró en la caza activa en lo absoluto.[4] Horner sólo presentó esto en un contexto oficial científico una vez, principalmente hablando de ello en sus libros y en los medios de comunicación. Su hipótesis está basada en que el tiranosaurio poseía grandes bulbos y nervios olfativos (en relación con su tamaño cerebral), lo que sugiere que tuvo un sentido sumamente desarrollado del olfato, por lo que, como muchos carroñeros actuales, podría haber descubierto cadáveres husmeando a grandes distancias. Los dientes de tiranosaurio podrían aplastar huesos, su mordida es 5 veces más fuerte que la de un león africano una habilidad que indica que quizás fuera común que este animal extrajera alimento de la médula ósea de los remanentes de un cadáver, una vez consumidas las partes más nutritivas. Ya que al menos partes de las presas del tiranosaurio podían moverse rápidamente, las pruebas de que caminaba en lugar de correr podrían indicar que era carroñero (ver sobre esto más abajo).[5] Otro punto fuerte en favor de la hipótesis del tiranosauro como carroñero se encuentra en las pequeñas extremidades delanteras con garras lábiles: es difícil imaginar a un depredador que marcha sobre el suelo sujetando sus presas vivas sin brazos robustos; los indiscutibles depredadores contemporáneos a los tiranosauros, los velociraptores y semejantes poseían comparativamente grandes brazos dotados de fuertes garras con grandes y afiladas uñas en forma de hoz, todo lo opuesto a los tiranosauros.

Muchos científicos que han publicado sobre el tema insisten en que el tiranosaurio fue tanto depredador como carroñero, alimentándose de cualquier carne que pudiera conseguir, dependiendo de la oportunidad que se le presentara.[6] Carnívoros modernos son depredadores raras veces estrictos o carroñeros. Los leones, por ejemplo, a veces comen hienas muertas y viceversa. El comportamiento que hurga en busca depende de la disponibilidad de la presa, entre otros factores. Si los tiranosauros eran carroñeros que practicaban cleptoparasitismo (robo de las presas cazadas por auténticos depredadores) su masa corporal habría sido un factor intimidante para ahuyentar a los depredadores; los actualmente indiscutibles depredadores coetáneos a los tiranosauros (por ejemplo los raptores) eran mucho más pequeños y veloces, la presencia de un carroñero gigante dotado de grandes dientes les habría hecho huir o retroceder.

Recientes estudios oseos demuestran, por las inserciones musculares en el occipital, el malar y las escápulas, así como las inserciones del masetero, y teniendo en cuenta el peso del cráneo y las mandíbulas, el tiranosaurio no podría ser capaz de realizar mucha presión mandibular, no la suficiente como para poder abatir a un dinosaurio de gran tamaño; ello le limitaría a presas pequeñas, pero éstas generalmente son más rápidas y ágiles, por lo que se piensa que el tiranosaurio se alimentaba exclusivamente de animales débiles, ancianos, enfermos, o de piezas muertas o cazadas por otros carnívoros más pequeños, comportamiento que se asemeja al de las hienas, precisamente por el mismo motivo fisiológico. A mayores, el gran desarrollo del lóbulo olfativo incrementaría las tendencias carroñeras, como ya se mencionó anteriormente.

Reconstrucción de la cabeza del T. rex, expuesta en el Museo de Historia Natural de la Universidad de Oxford.

No obstante, se suponen pruebas de comportamiento cazador en el tiranosaurio, como por ejemplo la visión binocular mencionada más arriba. Debido a que los carroñeros no necesitan la compleja percepción de profundidad que brinda la visión estereoscópica, en los animales modernos la visión binocular se halla principalmente en los depredadores sin embargo no es exclusiva de los mismos (lemuridos y primates entre otros no depredadores poseen visión binocular estereoscópica). Además, el descubrimiento de marcas de mordidas en otros animales e incluso en otros tiranosaurios ha sugerido un comportamiento predatorio.

Además la teoría de que fuera un exclusivo carroñero no es del todo posible, ya que si era completamente carroñero, no podría haber sobrevivido, ya que no existían carnivoros suficientemente grandes en su ecosistema que pudierna cazar presas tan grandes para abastecer a una población saludable de tyrannosaurios y a ellos mismos, además de que no hay animales muriendo todos los días para la misma causa, y recientes estudios de la mandibula y la presion que esta ejercía, refutan que era débil y sin fuerza suficiente para abatir grandes presas, de hecho era la más fuerte de todos los depredadores terrestres conocidos, además no necesitaba ser rápido por que sus presas tampoco lo eran, sino extremadamente poderoso para derribarlas, así que el tyrannosaurio fue un depredador que evoluciono a la par con sus presas, y bien podría asechar a sus víctimas oculto y usando el olfato, que además debió haber servido, en parte para ayudarlo a localizar animales muertos que presentaban una fuente de comida fácil, para localizar a sus presas a distancia para evitar ser descubierto y finalmente en cuanto a los brazos extremadamente pequeños, la evolución de los tyrannosauridos llevo a la reducción de estos para equilibrar el peso de la cabeza con el del resto del cuerpo, por lo que si no se hubieran extinto, los brazos de los tyrannosaurios se hubieran reducido por completo y sus cuerpos se hubieran vuelto aún más grandes, así estas características convirtieron al Tyrannosaurus, en lugar de un débil carroñero, en la maxima maquina de matar de artillería pesada del mundo de los dinosaurios, más eficiente que los anteriores megalosaurios, alosaurios, carcarodontosaurios y espinosaurios.

Por lo que en conclusion, el Tyrannosaurus era un formidable depredador y un carroñero cuando tuviera la oportunidad.

Al examinar el espécimen de tiranosaurio denominado Sue, el paleontólogo Peter Larson encontró una fíbula quebrada y sanada, vértebras de la cola, huesos faciales dañados y un diente de otro tiranosaurio incrustado en una vértebra del cuello. Si esta interpretación es correcta, podría tratarse de una prueba substantiva de comportamiento agresivo entre tiranosaurios, aunque no está claro si se debía a competencia por alimentos y parejas o simplemente canibalismo.

Sin embargo, investigaciones más recientes concluyeron que la mayoría de las lesiones son debidas a infecciones y no a ataques, o simplemente daños en los fósiles con posterioridad a la muerte, además de que las pocas heridas conocidas son demasiado generales como para indicar agresividad intraespecífica. En el lugar de hallazgo de Sue, también se encontraron restos del esqueleto de un edmontosaurio con heridas en su cola, infligidas por tiranosaurios, que sanaron en vida, lo que sugiere caza activa en lugar de consumición de restos. Otra pieza de evidencia es un tricerátopo encontrada con falta de un tercio de su cuerno y la huella de un diente a lo largo de una pieza de su cola, herida que, de nuevo, fue infligida por un tiranosaurio en vida y sanó. No obstante, esto podría defender el hecho de que se alimentaran de animales débiles, y que estos ejemplos fueran fracasos por esa razón.

Otro tema relacionado son los estudios contradictorios acerca de cuan rápido podía correr un tiranosaurio. Las especulaciones hablan de hasta 70 kilómetros por hora e incluso más.

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