El diamante es uno de los alotropos del carbono (el más común es el grafito). La densidad del diamante es de 3,5 g/cm³. Es, en la actualidad, la joya más preciada en el mundo.
La explotación de mantos diamantíferos constituye un firme renglón para la minería y, finalmente, la venta de estas gemas constituye una fuente muy importante de ingresos.
La dureza del diamante es tal, que sobre él se basa la escala de dureza de Mohs, asignándole el máximo posible, diez.
Su dureza se debe a sus enlaces carbono-carbono, químicamente muy estables, y a su disposición en la estructura: forma una pirámide perfecta, donde si se colocan cualquiera de sus lados como base, pueden contarse los átomos de carbono por capas. Teniendo la primera uno, la segunda cuatro, la tercera nueve y la cuarta dieciséis, lo que hace una sucesión de cuadrados 12, 22, 32 y 42.
La importancia del diamante no sólo se cifra en su reconocida belleza, sino también en su gran utilidad en la industria debido a su gran dureza. Baste decir que, sin el diamante, muchas actividades industriales estarían seriamente limitadas.
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